domingo, 1 de junio de 2008

cronicas de un conflicto (I)

CRONICAS DE UN CONFLICTO (I)

Los trabajadores comenzaron a llegar a eso de las seis de la mañana.
El punto de concentración escogido fue en la avenida Guayana, justo donde está el cruce hacia la empresa Alcasa. Por esa vía también se llega al portón tres de Sidor, y adyacente al elevado que conduce hacia la zona industrial conocida como la 321.
Ya habían transcurrido catorce meses desde que se comenzó a discutir la Convención Colectiva de los trabajadores sidoristas. El mes de Diciembre fue crucial para la toma de decisiones, en los primeros días de Noviembre hubo una expectativa que gravitó en el pensamiento de la gente, las convenciones colectivas anteriores se firmaron antes de Diciembre, antes de carnaval o antes de Semana Santa.
Sin embargo, en la planta ya se venia manejando una idea: “es ahora o nunca”, y esa frase unió los miedos. El malabarismo de Machuca ya era cosa del pasado, sus discípulos quedaron a merced de la voluntad popular, llegaron las gaitas, los villancicos, los vientos propagados por el solsticio de invierno refrescaron la paciencia, y al fin el primero de Enero del año 2008 se podía decir que los siderúrgicos habían atravesado el Rubicon, ese mes de Diciembre fue el mas largo, pero trajo consigo una gran satisfacción, ahora sabemos que no nos manipularan, “estuvimos atados como prometeo, pero una tarde nos salimos del cinto”, dirían los sidoristas con Alfonsina Storni.
Un grupo de trabajadores se quedo en el elevado frente a Alcasa, y otros se apostaron frente al portón uno de Sidor cubriendo igualmente el elevado donde estaban construyendo el emblema de Ternium. Allí se produjo una tranca descomunal porque los trabajadores estacionaron sus carros atravesados en la carretera para evitar el paso de los vehículos que normalmente se desplazan por esa avenida tomando en cuenta el inicio del peregrinaje de Semana Santa y los vacacionistas viajando desde el centro del país hacia la Gran Sabana.
De pronto escuchamos detonaciones, el humo se esparcía en la atmósfera. No había dudas, las bombas lacrimógenas estaban presentes, un piquete de la Guardia Nacional acorraló a los compañeros acantonados en el portón uno. Vimos como ellos ripostaban con piedras y con las mismas bombas.
Un trabajador que venia de Ciudad Bolívar solicitó auxilio para sacar un niño asfixiado,, Comprobamos la valentía de Lorena, la periodista, quien se mantuvo en el propio sitio de los hechos, también Pablito, el fotógrafo.
El fragor de la lucha se mantuvo por lapso de media hora, notamos a la Guardia Nacional agotada y con pocos recursos, de repente surgió un contingente de policías de la gobernación; los trasladaron desde Ciudad Bolívar, nos informaron después. Venían fresquesitos.
Allí mismo, en el elevado, quedo atrapado un bus procedente de Caracas. No podía seguir y los pasajeros entraron en pánico, por lo que el trabajador Cosme Yánez ingresó a la Unidad para solicitar que se calmaran, lo cual era difícil porque el humo estaba haciendo estragos.
Al bajar de la unidad, Cosme se encontró con el piquete de policías, afortunadamente no cargaba puesto el uniforme de la empresa y en un arrebato de velocidad mental, levantó las manos y dijo ¡yo soy estudiante!. Lo dejaron tranquilo.
¡Cayo uno de los nuestros!, se escucho en la multitud. Vimos como Yunis estaba tirado sobre el asfalto y un policía apuntándole la nuca con el rifle de los perdigones. Nos acercamos y una fila de policías de caqui disparó los balines de goma sin misericordia, Acarigua recibió varios perdigonazos, luego cayó Alcocer, quien se escapo porque se hizo el desmayado.
Se impuso la barbarie, fueron cincuenta y tres carros destruidos, sesenta y dos trabajadores detenidos, la orden fue recoger a cualquiera que anduviera vestido de azul. La orden vino de arriba, que tan alto, todavía no se sabe.
La carretera fue despejada, la escultura de Alejandro Otero se siguió moviendo, al ritmo que le marca la brisa, los cojinetes de sus álabes permanecieron ausentes a lo que ocurría a su alrededor.
Un viajero que no estaba enterado de lo ocurrido al observar la carretera llena de vidrios, piedras, pedazos de metal, se mostró extrañado y pensó “por aquí paso un tsunami o esto es falta de gobierno”.
Fue un catorce de Marzo, día de la resistencia del trabajador siderúrgico, una jornada digna de recordar.

Por : José Luís Alcocer
Dirigente de UNIDAD MATANCERA en SIDOR

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